Expediente D-60918/22
PROYECTO DE LEY – De la diputada Núñez y otros diputados, proponiendo crear el Programa "Capacitación en Crianza Positiva y Respetuosa".
FUNDAMENTOS
La palabra crianza significa nutrir, alimentar, orientar e instruir. Criar también refiere a las creencias y actitudes que los padres o quienes hagan el rol de tales, asumen en relación con la salud, la nutrición, la importancia de los ambientes físico y social y las oportunidades de aprendizaje de sus hijos en el hogar.
La crianza del ser humano es la primera historia de amor sobre la que se edifica en gran parte la identidad del niño o niña. Haciendo una breve reseña de la historia de la crianza1, podemos mencionar momentos claves de la crianza en la antigüedad: infanticidio, donde los padres que no sabían cómo proseguir con el cuidado de sus hijos los mataban; abandono, propio de los siglos IX a XIII donde los niños son internados en monasterios o conventos, se los entrega al ama de cría, se los confiere a otras familias para su adopción, se los envía a otras casas como criado o se les permite quedarse en el hogar pero cualquiera de estas circunstancias implica una situación de abandono afectivo; ambivalencia, que se da durante siglos XIV y XV donde los padres tienen el deber de moldear al hijo y utilizan en algunas ocasiones manuales de instrucción infantil para educarlo.
Se hace uso de todo tipo de castigos corporales y psicológicos. Ya en el siglo XVIII se evidencia una mayor proximidad entre padres e hijos, nos encontramos frente a una etapa llamada Intrusión: hay un acercamiento a los hijos sin embargo no se juega con ellos sino que dominan su voluntad. Siguen recurriendo a los castigos físicos y a la disciplina pero ya no de manera sistemática y se empieza a considerar al niño como un adulto en miniatura, incompleto.
El período comprendido en el siglo XIX se lo denomina Socialización y este se extiende, desde el punto de vista de la historia de la crianza, hasta mediados del siglo XX. Aquí los padres guían al hijo, la meta es que se adapte y socializarlo. En el período de la revolución industrial el niño es estimado mano de obra barata, un bien al que se lo explota. Finalmente, el período iniciado a mediados del siglo XX se ha denominado Ayuda, este modelo implica la empatía con el hijo quien es el que sabe mejor que el padre cuáles son sus necesidades.
No hay castigos para educar ni físicos ni psicológicos, hay diálogo frecuente, responsividad, se juega con el niño y se lo comprende. Cuando se analizan las pautas de crianza en los diversos momentos de la historia se comprende mejor la niñez actual y los estilos educativos parentales. En muchos momentos de la historia de la humanidad prevaleció una actitud hostil hacia la infancia sin embargo a la vez no se dejó de ver la tendencia de proteger a los niños.
Hoy en día subsisten algunas prácticas que son de otras épocas, como haber naturalizado el castigo corporal y otros métodos autoritarios que ya no deberían encontrar cabida en una sociedad atravesada por los derechos humanos y la información constante, como en una sociedad que ha legislado a favor de los derechos de la niñez. Quizás esas prácticas subsisten por la falta de formación, porque hay prácticas de crianza y creencias acerca de ella en las que confluyen conocimientos prácticos acumulados a lo largo del tiempo y en este sentido es imprescindible reconocer la estrecha relación de la crianza con las diferentes concepciones de niñez, las clases sociales, las costumbres y las normas sociohistóricas.
Lo que esta ley propone es presentar, concientizar y transmitir la idea de criar con amor, respeto y sin violencia. Esto puede nacer naturalmente en el sentir de los padres, pero sin duda es necesario apoyo, herramientas y acompañamiento para gestionar los retos y conflictos de la vida familiar en el día a día. Instaurar y afianzar la idea de que el cariño, el afecto, el compartir tiempo de calidad con los niños, niñas y adolescentes permitirá conocerlos y comprenderlos. La crianza respetuosa busca una visión empática frente a las necesidades de los niños, responder a ellas, comprender sus emociones, de acuerdo a su desarrollo.
Queremos que todo el pueblo misionero sepa que cuando hablamos de crianza positiva nos referimos a fomentar la relación entre padres, madres, hijos e hijas con base en el respeto y la comunicación, una relación en la que los progenitores puedan guiar en la formación de personalidades resilientes, empáticas, perspicaces y equilibradas. Queremos dar a los padres y madres las herramientas y habilidades para establecer un vínculo sano, para poner límites razonables, límites no punitivos, normas claras con sentido según la edad de los niños. Para muchos esto puede resultar utópico, puesto que hay una gran carencia en las infancias de los adultos de hoy, que resultan de modelos de crianza construidos sobre el dominio, la represión, el adiestramiento.
Y la prevención de la violencia física y los denominados castigos corporales forman parte del espíritu de esta ley. No escapa a la realidad que muchas veces los padres o madres recurren al castigo corporal por encontrarse en un estado de mucha tensión y no saben que otra cosa hacer, también sucede que esos castigos obedecen a la intención de cambiar el comportamiento infantil y piensan que la “autoridad” del adulto merece “respeto” y así se infunde miedo para obtener obediencia.
Y también es importante tener en cuenta que en muchas ocasiones los adultos recurren a estas prácticas violentas porque en su niñez han sido víctimas de este tipo de castigos. El uso del castigo corporal y de los humillantes y degradantes, la utilización específica de alguna de sus formas, la intensidad y el propósito con que se usa, responden a valores y creencias muy profundas aprendidas durante la infancia en el ambiente familiar. Por ello, no se puede cambiar solamente por prohibiciones legales. Fundamentalmente debe buscarse la reflexión sobre el papel de los padres y la proposición de las diferentes alternativas para la crianza positiva, respetando el ser del niño y la niña como sujeto de derechos y estimulando su desarrollo.
Es claro, que la mayoría de los padres y madres no tiene intención de lastimar a sus hijos e hijas. Por el contrario, buscan su mejoramiento y desconocen los efectos que producen los castigos violentos. Muchos lo utilizan creyendo de buena fe, que no les hace daño pues “a ellos les hicieron lo mismo cuando eran pequeños y no les pasó nada”. Por ello es necesario concientizar sobre los efectos negativos que estas prácticas traen en los niños o niñas, como ser el daño emocional trayendo baja autoestima, resentimiento, rabia, miedo; instaurando en el niño o niña la idea de ser víctima haciéndolos susceptibles de maltratos futuros, entre otros. Pero también es necesario subrayar el impacto negativo que genera en el padre o madre, generando sentimientos de culpa, tristeza, vergüenza, frustración; dificulta la relación con los hijos; genera un ambiente tenso en la familia; deterioro de la comunicación; entre otros. E incluso desde la perspectiva de la sociedad los resultados son perjudiciales, puesto que si la sociedad avala estos castigos corporales, se está legitimando el uso de la violencia en la sociedad, dificultan la protección de la infancia, forman personas sumisas y poco autónomas, etcétera.
Y todo lo dicho nos lleva a cuestionarnos ¿cómo hemos sido criados los adultos de hoy? generando quizás algunas susceptibilidades, pero tomando conciencia también de que hemos batallado con inseguridades, temores, obsesiones que pueden ser consecuencia del modelo de crianza que nos haya tocado. Y qué queremos lograr un cambio al respecto, queremos mejorar los métodos de crianza que hoy se apliquen, que en ningún caso será exclusivo. Y con esta intención de mejorar, traemos esta propuesta de capacitarnos en crianza positiva y respetuosa. Hoy en día la crianza se encuentra atravesada por la perspectiva de derechos lo cual implica que si bien la niñez y adolescencia se encuentran bajo la tutela de sus padres las prácticas de crianza no pueden vulnerar los derechos legalmente reconocidos.
Es necesario destacar la necesidad de que las familias, en cada una de sus nuevas configuraciones, el Estado y la sociedad conozcamos, cumplamos y fomentemos todos los derechos de la niñez y por otra parte es importante señalar que el Estado tiene la responsabilidad de crear políticas públicas que garanticen el ejercicio de los mismos mediante programas, capacitaciones y planes para difundir y respetar los derechos de la niñez y adolescencia. Mucho camino llevamos construido en esta mirada de la infancia y la adolescencia. Este proyecto pretende sumar una herramienta más, para que juntos, construyamos una sociedad sin violencia de ningún tipo, pero sobre todo hacia los niños, niñas y adolescentes.
Por estos fundamentos y los que en su oportunidad expondré, solicito el acompañamiento de mis pares para la aprobación del presente proyecto de ley.
Fuente: http://www.diputadosmisiones.gov.ar/nuevo/archivos/proyectos/P60918.pdf
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